Los PLI en Science

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JAIME REQUENA
conciencia.talcual@gmail.com

El pasado viernes, la revista Science reportó la abrupta finalización de la relación laboral de más de 40 años que mantenía Reinaldo DiPolo con el IVIC. Su caso fue expuesto como un primer paso de una nueva política pública de las autoridades de la ciencia bolivariana. Se estima ahora necesario suprimir el supuesto `privilegio’ que le fue otorgado a un singular grupo de notables investigadores científicos venezolanos quienes, habiendo alcanzado la condición administrativa de jubilable, optaron por continuar trabajando en el país, dada su excepcional capacidad para producir ciencia de la mejor calidad y un innegable compromiso con la sociedad que los vio nacer y les brindó educación.

Con los reportajes de B. Cassesus en mayo y ahora con el de P.

Gunson del 4 de septiembre en Science, quedó confirmada la graví- sima situación por la que atraviesa la ciencia en Venezuela. Se estima que cada semana unos dos millones de profesionales en todo el mundo leen esa gran revista. Muchos de sus lectores son líderes académicos, científicos o tecnológicos mientras que, otros son conductores de gobiernos, capitanes de industria o grandes decisores. A ellos, como a todos los investigadores del mundo, les quedó claro que el futuro de nuestro país está siendo severamente comprometido por unas acciones irracionales en contra de la ciencia y la academia.

Con la exposición del caso de DiPolo y sus compañeros del programa PLI del IVIC, se hace evidente que los justificativos expresados por el Gobierno para despachar como montaje político los casos del físico nuclear removido de su posición administrativa en 2007 o el del biólogo despedido del IDEA en abril pasado, ya que no son otra cosa sino burdas falsificaciones a la ley; manipulaciones diseñadas para encubrir una gran inquisición política. En efecto, muy mal parado queda ahora el ministro de ciencia venezolana, al mentir abiertamente a la comunidad internacional cuando en su carta al editor de Science el pasado 31 de julio aseguró que » …. es falso que el Gobierno haya botado, degradado o reprimido a científicos disidentes. Desde 1999 cualquier científico ha podido hablar, escribir, marchar en las calles, votar y trabajar …» En mala hora se le ocurrió al imprudente director del IDEA iniciar una razzia política y peor momento escogió el diabólico director del IVIC para profundizar tan irracional faena. En cualquiera otra sociedad, el superior administrativo de estos funcionarios los hubiera llamado al orden o demandado sus renuncias. Lamentablemente, en nuestra Venezuela eso no ocurre. Aparte del autismo de ministerial, parecería que el ministro de Ciencia y Tecnología no tiene aquello que le pueda permitir entender lo que está pasando o para imaginar las consecuencias de su errado quehacer.

Y es que a Jesse le da lo mismo penalizar a quienes se atreven a asomar alguna forma de disidencia, aunque sean notables científicos tratando de obtener soluciones a problemas de salud graves, como dejar mariposeando a uno cuya existencia transcurre elucubrando sobre las cuitas de esos insectos. Pero, eso si, mientras el fiel mujiquita se desgañite vociferando que lo que él hace es ir al barrio y hacer ciencia nacionalista con contenido social endógeno El caso de los investigadores PLI del IVIC y su líder, el médico Reinaldo Di Polo, la investigadora en enfermedades causadas por hongos Gioconda San Blas y el fisiólogo muscular Carlo Caputo, junto a sus asociados, técnicos y estudiantes, pica y se extienda. Hoy ­urbi et orbi­ la comunidad científica internacional se lamenta que a ellos no se les permita continuar haciendo ciencia valiosa para su país y útil para la humanidad.

 

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